sábado, 17 de agosto de 2013

Cuarto capítulo. Our Lady of Sorrows.

Cuando Keats nos vió entrar juntos se quedó de piedra. Íbamos Ray, Bob -venía con nosotros a Historia y Español, era un tío majo- Frank y yo. Todos éramos muy amigos, pero todo el mundo notaba que entre Frank y yo había algo muy especial. Todas las noches venia a visitarme al supermercado donde trabajaba, y al terminar robábamos un par de paquetes de cerveza del almacén y nos ibamos a un descampado a bebernoslas. Esa noche vino con un brillo especial en la mirada. Venía perfumado, con el cabello engominado y con unos pantalones pitillo negros que le sentaban de miedo. Y su camiseta... ¡oh joder su camiseta! dejaba entrever unos tatuajes escondidos de lo más sexys. Se acercó a mí, me miró intensamente a los ojos y me dijo con una voz cálida y sensual :''esta noche tengo ganas de ti''. Te espero en la puerta trasera del almacén. Trae cava. Creo que en ese momento fuí más feliz de lo que habia sido toda mi vida. Era la primera persona que me gustaba de verdad, y me correspondía. Era mío. Mío.
Fingí dolor de barriga con tanto acierto que el señor Langdon me dejó salir antes de tiempo. Corrí al almacén y robé una botella de cava español. No hacían falta vasos, quería beberlo de su cuerpo.
Salí fuera y no ví a nadie. Llamé a Frank y procuré no alejarme de la pared por si el muy cabrón quería darme un susto. Entonces algo se movió en los arbustos. Suspiré aliviado, pero la sonrisa se me congeló en la cara cuando ví a Frank  agarrado por el cuello, lleno de moratones, sangre en los labios y los pantalones y calzoncillos bajados hasta las rodillas. Cual fué mi sorpresa cuando ví que era el señor Keats el que sostenía a Frank malherído. No supe como reaccionar. Fuí a acercarme a prestar auxilio a Frank cuando me hizo parar con la mano, me hizo callar y lo tiró al suelo como si de un muñeco roto se tratase. -¡No te acerques pequeña puta! Con un poco de suerte morirá, me parece que le encantaría morir viendo como te doy tu merecido. Maldito marica, tú y los de tu clase sobrais en este mundo, sois la escoria de América!- Me escupió en los zapatos y mientras se acercaba ví que sacaba del bolsillo de su americana una navaja automática. -No me ha hecho falta usarla contra él, con dos puñetazos ya estaba KAO, pero a juzgar por tu historial diría que tú me vas a dar más juego- Se acercaba poco a poco a mí, mirándome y deleitándose con su enferma y podrida imaginación, cuando una botella de cava rosado se estrelló violentamente en su cabeza, dejándolo inconsciente al momento. Frank en un último esfuerzo cogió la botella que yo dejé rodar hacia él, y mientras Keats venía a por mí con su discurso propio de un psicópata, se levantó sigilosamente haciendo acopio de una gran fuerza y se abalanzó sobre el desquiciado profesor.
Llegó el cuerpo de policía y una ambulancia, que nos llevó a Frank y a mí al hospital más cercano. No me volví a preocupar más de Keats, de hecho, todavía sigue cumpliendo condena. Por lo visto Frank no fué su única victima, otros tres chicos terminaron peor que él. Un escalofrío me recorrió la columna. Podríamos haber sido otros dos macabros trofeos en su vitrina.
Le hicieron a Frank todo tipo de pruebas para ver si tenía daños cerebrales o hemorragias internas, pero lo más grave fué la dislocación del hombro izquierdo por la mala caída que le recolocaron al momento y el cabestrillo que tendría que sufrir durante un mes.
Pedí llevarle yo a casa para no armar jaleo en la residencia,y aunque se mostraron recelosos, al final cedieron. Cuando llegamos a la habitación, todos dormían, así que para no molestar, nos metimos en el baño e hice a Frank sentarse en un taburete donde le diese la luz directa. abrí el botiquín, cogí la crema para los hematomas y con paciencia y dulzura fuí masajeando todos y cada uno de los moratones de su cuerpo mientras él sufria en silencio y se dejaba fregar pacientemente. Cogí agua oxigenada, puse unas gotas sobre algodón y desinfecté los dos puntos que habían puesto en su labio, ya que habían supurado algo de sangre durante el trayecto de vuelta a casa. Lo miré con dulzura, pero él era incapaz de devolverme la mirada. Le ayudé a ponerse una camisa limpia para dormir y le acaricié el pelo suavemente:-''Eh,eh... has sido muy valiente, vamos, no llores.''. Lo abracé con cuidado para no hacerle daño :-''Yo también lo he pasado mal. Me sentí morir cuando te ví en el suelo sin moverte, pero ya estamos a salvo, y no voy a dejar que ni ese ni ningún otro desgraciado te vuelva a tocar''. Lo miré con determinación, y no, no fueron palabras vacías. Me prometí a mi mismo que no dejaría que lo dañasen. Frank dejó de hipar, pero su respiración seguía siendo entrecortada.-''¿Sabes? esta tarde, por un momento, fuí la persona más feliz del mundo, babe, ¿sabes? ¿sabes porqué? Porque cuando te ví aparecer por la puerta del supermercado creí que eras un ángel venido del cielo, y entonces supe que podía morir en paz''-. En cuanto le dije esas palabras, supe que no lo decía por decir. El estaba sonrojado completamente, se había quedad literalmente con la boca abierta. Le cerré la mandíbula suavemente hasta dejar sus labios entrecerrados y dispuestos a recibirme.
Y lo besé. Y fué mágico. Un beso como nunca antes nos habíamos dado, un beso que conectaba todas y cada una de nuestras fibras nerviosas, que tocaba el alma. Dulce y lento y maravilloso beso.
-Frank... te quiero-.


Pasamos la noche abrazados en su cama. Estuve acariciándole el cabello hasta que se quedó dormido sobre mi pecho. No me había respondido, pero sabía que me correspondía porque sus ojos lo delataban, así que decidí ser paciente. Había sido una noche muy dura para los dos.

sábado, 23 de julio de 2011

Tercer capítulo. Heaven help us

Me dí un paseo. Un laaaaargo paseo para dejar la mente en blanco y relajarme. Al llegar a mi habitacion, Mike y Ray charlaban animadamente. Al lado de mi litera había una maleta de piel marrón con pegatinas de grupos de música, algunos de ellos me encantaban. -¡Bien!- dije- ¡A ver quien es el nuevo compañero!- Sonreí, pero entonces me fijé en que Ray se ponía blanco como la tiza y se levantaba de forma apresurada. -¡Gerard! ¿Que haces tu por aquí?- me dijo mientras se levantaba y me abrazaba, haciendome retroceder- ehmm... vivo aquí... le dije- Se quedó parado, rascandose la cabeza sin saber que decir- Gerard... estaba hablando con tu hermano de que hemos encontrado un lugar que seguro te iba a gustar. Se llama 'Cementery Drive' y hay musica en directo. Actúa un grupo llamado Pencey Preps, ¡a lo mejor es bueno y todo!
Me condujeron el y Mike hacia la salida, y me olvidé por completo del nuevo, ante la perspectiva de un buen concierto.
Compramos un pack de latas de cerveza en un supermercado cercano al campus y nos las bebimos por el camino. Como no habíamos comido antes, se nos subió muy pronto a la cabeza.
Cuando llegamos al bar, los chicos del grupo todavía no habían acabado de hacer las pruebas de sonido. Estaban furiosos, al parecer, el guitarra del grupo no había aparecido todavía. 
Mientras el guitarra, que al parecer era un capullo, llegaba, nosotros aprovechamos para tomarnos tres cervezas mas cada uno. 
Cuando ya íbamos por la octava (yo al menos), y a punto de echar hasta la primera papilla, llegó un tipo bajito que me sonaba de algo. Se fué al escenario donde estaban los otros chicos, le sacó el dedo corazón al cantante, luego se dirigió al teclista y le pegó un puñetazo en la nariz que le echó para atrás. 
Bajó del escenario, sin decir nada y se dirigía hacia la salida, cuando se me encendió la bombilla: -¡Eh, chico bajito, ven aquí!- Se giró con cara de mala leche y se dirigió hacia mí, y cuando vió que era yo se relajó, me miró con dulzura y me cogió por debajo de las axilas. -Anda pelirroja, te llevo a casa-.
Creo que llegué a base de tropezar por todos lados. A partir de ese momento en el que Frank me miró con esos ojos verdes suyos, no recuerdo nada.
Me levanté a las nueve de la mañana. Por suerte era sábado, y no había clase alguna a la que asistir. Me levanté dificultosamente, y abrí en la puerta del baño. No reparé en que había alguien en la ducha hasta que me lavé la cara dos veces con abundante agua fría.. 
Estaba echándome agua por tercera vez, agachado sobre el lavabo, cuando algo duro y humedo me dió en la espalda. -¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH
HHHHHHHHH!!!!!- grité. Al girarme había visto una cosa pequeña y desnuda, con el pelo por la cara y la pintura de los ojos deslizándose por sus mejillas sujetando una toalla en la mano, con la que supuse me había atizado. -¡Hideputa, culiaos de vuestra madre! Gritó Ray desde afuera. Al parecer lo habíamos despertado. 
-Bonico ibas ayer, Absolut- me dijo Frank. Giré la cara intentando que no viese que me había sonrojado- no se de que me hablas.- Frank se rió- ¿Cómo ibas a saberlo? ¿Si ibas bañado en alcohol?- Frank no dejaba de reírse y yo cada vez estaba mas enfadado.  Me dirigí a él y conseguí aprisionarle contra la pared. Respiraba fuertemente, pero si Frank quería jugar yo no iba a quedarme atrás... y entonces el orgullo me pasó factura. Frank me cogió la cara entre sus manos, me besó de nuevo y escurriéndose de entre el escueto espacio que había entre la pared y yó se largó riéndose y dejándome embobado y con una incipiente erección.

sábado, 9 de julio de 2011

Segundo capítulo. Honey, this mirror isn't big enough for the two of us.

¡Bolas de papel! Lo que me faltaba. Me giré y le lancé una mirada fulminante, y el en cambio me levantó los pulgares, en señal de que todo iba bien, ''pirado'' pensé. Al momento me lanzó otra bola. Y otra. Y otra. Y otra. Y al final, como no, me cansé. Me levanté de repente, cogí una de las bolas de papel del tamaño de un puño, levannté a Frank cogiéndole por la camiseta e intenté hacerle tragar la maldita bola de papel. La clase se hizo un caos, Keats intentó separarnos, y los alumnos formaban un círculo alrededor de nosotros. Cuanto Frank consiguió zafarse de mi puño, se acercó a mí y me pegó un puñetazo en la nariz. Cuando Keats con la ayuda de Ray consiguió separarnos, la nariz me sangraba abundantemente. Uno de mis compañeros me acompañó a enfermería, donde hicieron que parase la hemorragia. 
Definitivamente, odiaba a Frank.
Nos pasamos toda la tarde en el aula de castigo del Instituto. Evidentemente, como era el primer día, estábamos solos. Ni siquiera contábamos con la vigilancia de algún profesor de guardia. A penas hablamos durante las dos horas que duró el castigo. Yo me dediqué a dibujar, mientras que Frank se sentó junto al ventanal abierto y se puso a fumar. Creo que se ventiló al menos media cajetilla.
Al sonar el timbre de salida, yo salí mirando hacia abajo, sin mirar a Frank a penas. Mirarle me enfurecía; tenía ganas de retorcerle los huevos.
Pero entonces, al salir chocó conmigo- ¿Qué haces?- le pregunté rebotado; estaba harto de que me tomaran el pelo -Nada. Solo quería que supieses... que se te ha quedado una nariz muy bonita- Sonrió. Esto me enfureció aún mas. Lo cogí de los hombros y él a la vez me cogió a mí; hice fuerza y al final caímos al suelo, quedando yo encima de él. Me quedé mirándolo quieto, y él al ver que me quedaba embobado mirándole aprovechó para hacer fuerza y quedarse él encima de mí. Entonces, se me quedó mirando el también, sonrió y acarició mi pelo. Entonces se acercó a mí y me besó. Acto seguido se levantó y salió corriendo. Me levanté atontado, me limpié el polvo que se había adherido a mis pantalones y me dirigí hacia mi habitación, pensando   si ese chico pequeño era bipolar. ¡En un momento me pegaba un puñetazo y al otro me besaba! 
Qué tío mas raro...

Primer Capítulo. I never told you what I do for a living.

Estaba realmente nervioso. No era solamente por el café tan cargado que me había tomado por la mañana, mas bien era porque ese era mi primer dia de clase, El primer día del último año de instituto. Intenté aparentar tranquilidad cogiendo el periódico y poniéndome a leer. A penas alcanzaba a leer lo que estaba leyendo. Levanté la vista sobre el papel impreso para ver si alguien se había dado cuenta de mi estado neurótico. Mike estaba en la otra punta de la mesa, cebándose con media barra de pan con chocolate. Se había manchado toda la cara. Eructó y acto seguido me miró con la ceja levantada -¿Que miras, bollo?-me sacó su lengua marrón -Tienes el periódico al revés, palurdo- me dijo. Así era. Con razón no entendía nada de lo que leía. Me levanté de la mesa, y me acerqué a Mike. Cogí su cabeza entre mis manos y le dije -tienes la boca manchada de chocolate, cerdo asqueroso- lamí el chocolate de su boca y me puse a correr como un desgraciado hacia mi habitación, riéndome de la cara que había puesto Mike. Puse el pestillo y me eché en la cama, sin dejar de reír. Poco después oí a Mike aporreando la puerta de mi habitación y gritándo -¡Abre la puerta maricona! ¡Ya veras cuando te coja, te voy a dejar el ano como la bandera de Japón!- Acto seguido oí un: '¡Ay ay ay ay ay!' y a Donna -mi madre- que debía estar retorciéndole las orejas.- ¡No insultes a tu hermano!- Aproveché la situación para hacer como que lloraba- Mamá por favor, dile a Mike que me deje en paz. -No te preocupes cariño- dijo- ya puedes salir, tu hermano te va a dejar tranquilo-. Salí con cautela, esperando que Mike no saltase, pero en su lugar fue mi madre la que me cogió con su gran abrazo y me llenó la cara de rojo carmin dándome besos -Ay mi niño, que le queda un año para ir a la Universidad. Te haces mayor, ¿sabes? Mi niño mayor, mi artista....- Me zafé como pude de su abrazo y me fuí al baño a lavarme la cara. Preferiría que me hubiese tirado de las orejas.
Llegamos al instituto. Mi madre nos dió un beso a cada uno, nos ayudó a descargar nuestras maletas y se fué. Con un poco de suerte no la veríamos hasta Thanksgiving Day.
Mike no me había hablado en todo el camino, supuse que todavía estaba enfadado conmigo. Se le pasaría pronto. Fuimos en silencio hacia el hall del campus, entramos en secretaría y nos asignaron la misma habitación. Planta tercera habitación 432.
La habitacion era grande y austera, con dos literas dobles dos escritorios y un gran armario empotrado separado en cuatro partes. Teníamos un baño pequeño con lo justo, WC, lavabo, espejo, un armario pequeño y una ducha. Mike cogió la litera que había enfrente de la mía. Estábamos empezando a posicionarnos cuando alguien llamó a nuestra puerta.- ¡Cú cú! ¿Puedo pasar?- Una mole de pelo rizado y espeso se asomó por la rendija de la puerta. Se metió dentro y se presentó -Hola, me llamo Ray-Nosotros también hicimos nuestras presentaciones y acto seguido Ray se acomodó en la litera que había arriba de la de Mike. Cuando nos dimos cuenta quedaban cinco minutos para ir a la clase de historia. Nos fuimos corriendo, pero justo cuando estábamos saliendo del pasillo de los dormitorios, yo que iba por delante, tropecé con otro chico y me caí. Al mirarme sentí algo extraño, como una sacudida eléctrica en todo el cuerpo. Se levantó y se quedó mirandome un par de segundos, embobado; yo hice otro tanto. Cuando se dió cuenta, me hizo un gesto obsceno con la mano, dió su hombro con el mío y se fué si decir nada. ¿Quién sería?
Llegamos a clase justos de tiempo. El profesor se presentó como Arnold Keats. Era alto y un poco jorobado. Apenas le quedaba pelo en la cabeza. Empezó a dar la primera clase de historia. Como me aburría, me puse a dibujar. Llevaba diez minutos dibujando cuando la puerta se abrió de golpe. El chico con el que había tropezado entró y cerró la puerta tras de sí. Según dijo, se llamaba Frank Iero. Keats le reprendió por haber llegado tarde, pero Frank no hizo mucho caso. Me fijé en su aspecto. Era bastante bajito, era de porte agresivo y altanero, pero tenia unos ojos verdes muy bonitos. Se dirigió hacia el final del aula y se sentó detrás de mí. No me lo podía creer. Empezaba a ponerme nervioso, así que me centré en el dibujo que estaba haciendo. Momentos después algo me dió de pleno en la cabeza.

Epílogo.

A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos, pero cuando estamos cerca del fin es cuando hacemos todo lo posible por recuperarlo. Ahora mismo Frank está en California, imagino que recién casado y disfrutando de su luna de miel con Jamia. No lo culpo de la decisión que ha tomado. A Jamia tampoco. En realidad, aunque desde el principio ella estuvo enamorada de Frank, hizo todo lo posible por ayudarnos. Pero fuí lo suficientemente egoísta y estúpido como para llevarlo a cometer esa gran locura llamada ''matrimonio equivocado''.
Tal vez os pregunteis por qué he sido tan imbécil. La respuesta es que un matrimonio equivocado con la persona equivocada lleva a otro matrimonio con la persona equivocada. 
Yo me casé con Lynn creyendo que ya era hora de poner los pies en la tierra, de formar una familia y tener una casa de madera con porche donde pasar las tardes y ponerme como una foca a base de limonada y pastelillos de crema. 
Con ese pensamiento equivocado lo único que conseguí fué decepcionar a los chicos y hacerle mucho daño a  Frank. No podeis imaginar cuanto me duele... 
Ahora mismo voy en camino, a doscientos diez por hora cruzando la desierta Nebraska en mi Corvette rojo. Salí hace un dia y medio, desde Saginaw, Michigan. A penas he descansado, me siento enfermo y el veneno de mis palabras me esta matando poco a poco... espero que no sea tarde.
Para que entendais como he llegado hasta este miserable punto debemos retroceder hacia el principio, en el año 1989, cuando el destino nos reunió a todos.
Soy Gerard A. Way Lee, y esta es mi historia.